jueves, 28 de febrero de 2013

Errores de la vida

 
   Es fácil vivir con los ojos cerrados,
interpretando mal todo lo que se ve ...
                     ‐ John Lennon

miércoles, 27 de febrero de 2013

Un cuento que vale la pena



Esta historia me llegó por correo, gracias a un buen amigo. Lo comparto porque creo que vale la pena.
Cuentan que un niño pequeño soñó que tenía una cita en la mañana con Dios en un parque. Muy entusiasta se levantó, y metió en su mochila unos pastelitos, agua y algunos chocolates, y salió a cumplir con tan importante cita. Al entrar en el parque de juegos se encontró con una mujer de rostro amigable que sonriente alimentaba a las palomas. Se sentó junto a ella, abrió su mochila, sacó su merienda y la compartió con su nueva compañera. Ella, complacida y agradecida, le regaló una maravillosa sonrisa.

lunes, 25 de febrero de 2013

Alexa


Así se llama mi nueva sobrina. No tenemos el mismo ADN, ni compartimos el mismo tipo de sangre, ni color de piel ni nada que diga que somos familias de sangre, pero, desde antes de su nacimiento, ya lo éramos.
Su mamá es como una hermana para mí. Es de esas amigas que llegan, te invaden la casa, tus cosas, pero le coges cariño del bueno y fuerte que dura mucho. Entonces cómo no voy a querer a su niña, me mataban de antemano. Por eso cuando fui a conocerla ya mi corazón estaba abierto para ella, para esa bebé con apenas unos 45 días de nacida que ya le robó el corazón a medio Vertientes, Camagüey, Habana… a medio Cuba.
Llegué sin el polvo del camino porque en un viaje en Yutong de madrugada y con el frío más fuerte del mes dudo mucho que esa partícula se adhiriera a mí. Gracias al trabajo pude sobrepasar los más de 500 kilómetros que la circunstancias, la necesidad de avanzar y una de las frases más certeras que escuchado: La Habana es La Habana y lo demás es área verde, han querido interponer entre nosotras. Por suerte vivimos en pleno siglo XXI y las distancias se acortan, aunque todavía mellan en el alma.
Llegué. ¡Que suerte la mía! Fue amor a primera vista. Ella se hacía la dormida y cuando sintió los besos y abrazos de mi llegada anunció que ya no dormía. Me le arrimé y me miró. Se quedó callada observándome muy atenta. Me le acerqué aún más y me permitió tocarla. Fue de película, un flechazo único. Más tarde éramos una sola. Si se sentía mal y yo la cargaba se tranquilizaba. Si tenía sueño se dormía en mis brazos. Según Delis, su mamá, ya yo era la Nana oficial y la tranquilizadora de bebés número uno.
Alexa supo revolver sentimientos que desconocía, que vivían en lo profundo de mi alma y no había sentido. Fue algo único, especial, a lo mejor es lo que muchos llaman maternal, no lo sé, solo sentí su fortaleza.
Tuve que regresar a casa, los viajes duran menos de lo esperado y el deber llama. ¿Quién sabe cuándo volveré a ver a mi sobrina Alexa?

jueves, 14 de febrero de 2013

Sin muchas estrellas en el cielo


Hoy el amor se le sale por los poros hasta al más pinto. Y aunque no quieras te envuelves en la nube. Yo no soy muy esperta en la materia porque no he tenido toda la suerte del mundo si de amor se trata, pero altera que siempre haya un escéptico que diga que en pleno siglo 21 el amor ya no existe y ni pensar en regalar flores. !Loco! Deberían decirle loco, porque aún en esta época, tan rara, la gente cree en el amor y hace de todo por amar.
Este tiempo hace que me acuerde de mi primer encuentro con ese niño caprichoso que todos llaman Cupido. Fue... hace tiempo, no soy tan vieja, pero ha llovido. Era muy joven e ignorante en esa clase. Había otro niño, o mejor dicho adolescente, que cierto día me regaló una flor. Al otro, me dio una carta de “amor”, decía mi mamá porque para mí eran tonterías lo que él hacía. Luego, me acompañaba, me cuidaba.

martes, 12 de febrero de 2013

Fama o la realidad de un sueño




!Al fin! Cómo he esperado este momento. Por suerte ya llegó. Hoy fui famosa. Sí, fui famosa y de las grandes.

viernes, 8 de febrero de 2013

Miedos


Todos le llamaban loco. Nadie hablaba con él. Le ignoraban o mejor dicho le pisaban. Los niños se reían de él, le decían cosas horribles, le tiraban cosas. Las madres, sobreprotectoras como solo ellas pueden ser, alentaban aquel terrible miedo que padecían sus hijos por aquel señor muy viejo… pero sin unas alas enormes, porque seguro se las habían cortado.
Nadie recordaba cuándo había llegado al poblado, solo aclaraban los más viejo, entre recuerdos y olvidos, que llevaba mucho tiempo por aquellas calles. No se le conocía familia, siempre andaba solo y conversaba nada más que con él mismo o, como diría una amiga, con sus amigos imaginarios.
La primera vez que le vi, o por lo menos que recuerde yo, fue cuando estaba en el círculo infantil. Casi todos los días iba y se paraba por la cerca del patio. Ahí se quedaba quieto por horas mirándonos. ¿Qué pensaría? ¿Por qué nos miraría tanto?
Crecí y la respuesta que me inventé fue que seguro tuvo hijos alguna vez y nosotros se los recordábamos. Pero desgraciadamente la respuesta no la conoceré nunca.
Los estudios me alejaron del pueblo y de su gente. Cuando podía visitaba algunos amigos de la infancia y conversábamos de aquellos recuerdos, tan vagos algunos y tan fuertes otros. En una ocasión recordamos al loco, que por el tiempo no desciframos si era El Loco de la Fela o Felo Cortés el protagonista de estas memorias. Lo que si recuerdo bien es que ambos sufrieron los mismos miedos con aquellos niños tan ignorantes; ambos ocultaban una vida de la cual solo veíamos el resultado: un señor no muy cuerdo, no muy limpio, no muy amigable, no muy feliz, pero igualmente lleno de miedos como nosotros.